Así, un gasto medio de 175 metros cúbicos al año supone una factura de 238 euros de media. No obstante, hay diferencias enormes entre unas regiones y otras: por ejemplo, en Palencia se paga por ese consumo unos 119 euros, frente a los 455 euros de Murcia, explica la organización de consumidores.
Las ciudades que tenían el agua más cara fueron el pasado año Murcia (2,6 euros el metro cúbico), Cádiz (2,19), Alicante (2,16), Las Palmas de Gran Canaria (2,13) y Barcelona (2). Las más baratas fueron Palencia (0,68), Guadalaja (0,78) y Burgos (0,83). Por encima de la mediaestuvieron Madrid (1,77), Valencia (1,89), Bilbao (1,55) y Sevilla (1,97).
En cualquier caso, el agua es más barata que en muchos países de Europa. Según datos de 2008 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), su precio, que rondaba el valor de Italia o Polonia, costaba cerca de la mitad que en Francia, Reino Unido o Alemania.
Un recurso imprescindible
En el ‘Día del Agua’, la OCDE recuerda los retos que afronta todo el planeta para proteger el líquido elemento. Según sus cálculos, es necesario invertir hasta 30.000 millones de dólares (21.000 millones de euros) anuales sólo para cumplir los Objetivos del Milenio en cuanto a suministro de agua en los países en desarrollo.
Pero ese es el gasto mínimo. Estados Unidos, por ejemplo, necesitará invertir otros 23.000 millones de dólares anuales durante las próximas dos décadas para mantener sus niveles de suministro y calidad actuales.
En el caso de España, el organismo internacional recomienda destinar el agua gastada en los cultivos a consumos «más eficientes». Además, dice que aún debe subir más su precio.
España, presa del cultivo intensivo
Un informe de la OCDE publicado en febrero, ‘Políticas para un uso sostenible del agua en España’, asegura que un 70% de la superficie de este país sufre un clima semiárido (en la clasificación de Köppen se da en el sureste de la península), aunque ello no impide una explotación intensiva de los cultivos.
España es el cuarto país del mundo por número de presas, unas 1.300 que sólo superan Estados Unidos, China e India. Gracias estas infraestructuras, un 58% del agua consumida en 2005 y 2006 se utilizó en cultivos, el mayor porcentaje de la OCDE tras Grecia, Turquía y Australia.
Sin embargo, el porcentaje fue mucho mayor en las cuencas del sur y del Mediterráneo: un 90% del agua consumida tuvo fines agrícolas.
No obstante, la OCDE distingue entre los cultivos más eficientes en el consumo de agua según su valor de mercado, como los viñedos, los vegetales, las olivas y los cítricos, y los ineficientes cereales, arroces y otros granos. Son estos últimos los que considera que necesitan una reconversión.
La OCDE destaca en su informe que España tiene un problema hidráulico: con la expansión de la irrigación, el cambio climático y la reforestación, las precipitaciones se redujeron un 5% entre 1985 y 2005 en todo el país; pero aún disminuirán más en el futuro: en el sur, por ejemplo calcula que se reducirán entre un 22% y un 34% hasta 2060.
Si la disminución de las precipitaciones ha provocado que la escorrentía de la cuenca del Ebro se reduzca a la mitad entre 1947 y 1997, según la OCDE, la explotación de los acuíferos, de los que un 87% no están protegidos, ha provocado catástrofes como la sufrida por las Tablas de Daimiel.
Por su parte, las aguas subterráneas también está «sobreexplotadas», y alternativas como la desalinización o el reciclaje de agua a larga escala tienen unos costes «muy superiores sobre lo que pagan actualmente los consumidores».
Aunque Murcia tiene la mayor planta desalinizadora de Europa, esta alternativa apenas representa un 2,8% del consumo total del país.
Con este panorama, la OCDE advierte de que las inversiones públicas no han logrado hacer más eficiente la agricultura española, pues la combinación de bajos precios del agua, falta de supervisión y la libertad en las concesiones de explotación «aún obstaculiza el uso eficiente de los recursos hidráulicos».
Es más, el organismo denuncia que la Ley del Agua, basada en que «los precios tiene que cubrir pero no exceder los costes operativos» (transporte, mantenimiento, tratamiento) provoca que no se reflejen los costes reales del agua, entre ellos su escasez y su contaminación.
La OCDE recomienda subir el precio del agua; poner impuestos a contaminantes como fertilizantes y fósforos; aplicar controles más estrictos a su suministro y revisar el intensivo modelo agrícola español, basado en las exportaciones y con un peso de apenas el 2,5% del Producto Interior Bruto Nacional (PIB).
Fuente: http://www.elmundo.es
Autor: Javier González
Fecha: 22/03/11