De lunes a viernes son plomeros, carpinteros, maestros, herreros o amas de casa. Los fines de semana se convierten en guardabosques, guías de turistas, profesionales del senderismo, el deporte de aventura y hasta cuidadores de venados.
Son 125 comuneros de San Bernabé, Ocotepec en la delegación Magdalena Contreras que se preocupan por conservar el bosque que les fue heredado por sus ancestros y apuestan por el ecoturismo en el lugar.
Abel García cuida a los venados que han nacido en el parque, lleva el conteo de cuántos y quienes están en época de reproducción y raciona los alimentos, todo el fin de semana los observa de cerca y aprende de ellos. El resto de la semana trabaja de obrero y supervisa que otro integrante de la comunidad los haya alimentado bien.
Rolando García y su esposa se ponen chaleco, guantes y botas y junto con sus hijos jóvenes echan a andar la tirolesa por la que cobran 20 pesos por persona. Ellos la armaron y acondicionaron el espacio para ofrecer el servicio, se prepararon para volverse instructores.
Otros comuneros más están a cargo de los caballos, los juegos infantiles, los senderos y el área de camping que visitan varios grupos de Scouts los fines de semana. «Nosotros nos quedamos con ellos en la noche para protegerlos y cuidar el área donde acampan», dijo Rolando.
Mantener los venados les cuesta 10 mil pesos al mes que nunca salen de las entradas al parque, así que los comuneros recurren al a Unión de Grupos Rurales Ecoturísticos del Distrito Federal para mantenerlos al igual que el parque Tanya Guerrero
Todos rondan con radios el parque y se comunican entre si para estar pendientes de la seguridad de los visitantes.
Desde el 2005 la comunidad formó comisiones para proteger el bosque, los comuneros tomaron cursos para ofrecer servicios ecoturísticos en el parque.
«No sólo lo hacemos por nosotros, por la tierra en la que crecimos, también por evitar la mancha urbana que poco a poco acaba con los escasos pulmones que le quedan a esta Capital», afirmó Rolando García, coordinador del proyecto.
Cuentan con 337 hectáreas, la mayoría es terreno montañoso y boscoso. Están a dos mil 800 metros sobre el nivel del mar y desde la punta de su montaña es posible ver la inmensidad del bosque y una parte del sur de la Ciudad de México.
Subir hasta la punta toma una hora y media, el camino entre pinos jóvenes, de unos 50 años, rocas y un ojo de agua siempre está acompañado por uno de los comuneros que conduce a los visitantes a uno de los puntos más altos de la ciudad de México.
Abajo, en la planicie, una tirolesa de 70 metros de largo y una pared para hacer rapel esperan a los más aventureros. También hay juegos infantiles y un venadario que comenzó con 12 venados, hoy lo habitan 38 ejemplares.
Abel Aguilar es el encargado del Venadario, cuando comenzó con el proyecto no sabía nada de venados. «Tomé un curso para saber cómo manejarlos, qué darles como alimento y conocer su proceso de reproducción», dice.
Mantenerlos les cuesta 10 mil pesos al mes que nunca salen de las entradas al parque, pues los costos son bajos, 10 pesos por adulto y cinco por niño, así que los comuneros recurren al a Unión de Grupos Rurales Ecoturísticos del Distrito Federal para mantenerlos al igual que el parque.
«Cuando iniciamos con el proyecto no había ni caminos. Entre todos los comuneros hemos construido caminos, baños, la tirolesa, el área de juegos, el estacionamiento, es un trabajo que nos ha llevado tiempo porque sólo le podemos dedicar los fines de semana», explicó el coordinador Rolando García.
Invitación a la aventura
Nuestra intención, expuso, es que la gente conozca éste bosque y disfrute de él, queremos atraer turismo y poder agregar servicios con las ganancias. «Es un espacio de la ciudad que aleja a los visitantes del tráfico y el estrés, es un ambiente natural y tranquilo, aquí se pueden llenar de bellos paisajes inimaginables».
La propiedad comunal fue reconocida en 1997 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 22 de Septiembre de 1998, hace 14 años.
El parque de Ocotepec pertenece al proyecto de parques ecoturísticos del Distrito Federal que han surgido con la finalidad de innovar el esquema de manejo de los recursos naturales de la ciudad de México mismos que se encuentran en veda forestal desde 1947. Eso significa que no pueden ser utilizados con fines maderables ni de tala.
Ante esta situación los proyectos de Turismo de Naturaleza, son una alternativa altamente rentable para la conservación y restauración de los recursos forestales de esta entidad, así como para la generación de ingresos para los ejidos y comunidades en donde se desarrollan estas actividades de atracción turística.
A la Unión de Parques Ecoturísticos del DF también pertenecen el Centro Ecoturístico de Apatlaco en Xochimilco; el Parque Ecoturístico Jardines del Teoca en Tepetlapa-San Bartolo Xicomulco y el Parque las Maravillas en el kilómetro 37.5 de la Carretera Federal México- Cuernavaca en San Miguel Topilejo.
Según La Unión de Grupos Rurales Ecoturísticos del DF, estos sitios son parte de los bosques de la ciudad y ofrecen a los turistas campismo de bajo impacto, rapel, interpretación y educación ambiental, senderismo, bicicleta de montaña, tirolesas, recorridos en kayaks, escalada en roca y en paredes artificiales, cabañas, pesca deportiva, observación de aves y vida silvestre, actividades propias de la vida rural, visitas guiadas, convivencia con la comunidad receptora.
Cada de estas zonas cuenta con su propia forma de organizarse y son autónomos aunque se ayudan de diferentes asociaciones que protegen a los pueblos indígenas que habitan en la ciudad.
Desde el 2005 la comunidad formó comisiones para proteger el bosque, los comuneros tomaron cursos para ofrecer servicios ecoturísticos en el parque.
Source / Fuente: creadess.org
Author / Autor: creadess.org
Date / Fecha: 18/09/12
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